Las conversaciones de Jesús y sus discípulos apuntan a la forma en la que Dios espera que le sirvamos, mientras que los discípulos no logran entender los conceptos ni su aplicación. Primero discuten acerca de la supremacía entre ellos y luego señalan a alguien fuera de su grupo. Jesús pacientemente continúa corrigiendo las malas interpretaciones.
La aplicación será resultado de una reflexión sobre la forma (seguramente defectuosa) en la que servimos a Dios.